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Lo que trajo el paro (15.07.08)

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En sentido estricto, la paralización del 9 de julio no fue una, sino muchas. Originalmente convocada por la Coordinadora Político Social y por la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) como cara más visible, permitió la coincidencia en una fecha de distintas luchas y movilizaciones, las más de ellas con su propia plataforma. A nivel nacional, distintas organizaciones rurales convocaron a un paro agrario el 8 y el 9, mientras el Comité Central de Defensa de los Derechos de la Amazonía impulsó uno de 72 horas desde el 7 de julio. A nivel regional, distintos frentes y agrupaciones, levantaron sus propias plataformas, ocurriendo otro tanto en distintas localidades. Sin embargo, el paro expresó un momento particular de la conflictividad y la protesta acumulada en el país. Aunque la articulación de la protesta fue limitada, las distintas demandas estuvieron atravesadas por algunos hilos conductores: i) el rechazo a la política económica del gobierno –“blindada” con los 97 decretos legislativos recientemente aprobados– que consagra un modelo de crecimiento excluyente y subordinado a los intereses de la gran inversión privada; ii) la demanda distributiva, que aparece a la base de la mayoría de plataformas; iii) la exigencia de una relación distinta entre el Estado y la sociedad y entre Lima y el interior. Estos hilos conductores son percibidos por la ciudadanía, como lo muestra la reciente Encuesta de Opinión Pública de la PUCP (Lima), en una respuesta múltiple donde 58% de los encuestados explican el paro por el alza de precios, 39% por los bajos salarios y 37% por la falta de empleo. El fracaso de la campaña de desprestigio emprendida por el gobierno, se observa en la misma encuesta cuando sólo 11% dice que se apuntaba a desestabilizar al gobierno. A pesar de los hilos conductores comunes entre las distintas plataformas, y más allá de los esfuerzos por articular la protesta de distintos actores, ésta evidenció 2 carriles distintos: el uno, más gremial y corporativo, ligado a las formas tradicionales de asociación, encarnado por la Coordinadora Político Social y por la convocatoria de las organizaciones rurales. El otro, más territorial y fragmentado, vinculado a los frentes regionales y provinciales y a las disputas más locales. Los vasos comunicantes entre ambos fueron prácticamente inexistentes. Ciertamente la fragmentación social evidenciada en la medida, es mayor en el interior del país, al extremo de dar la impresión de un archipiélago. No debe sorprender que dentro de la paralización regional y provincial, se dieran distintas divisiones. En algunas regiones –Puno, Madre de Dios, Ayacucho, Huancavelica– diversos sectores protestaban contra el gobierno nacional pero también contra las autoridades regionales y locales. En términos generales, todos coinciden en que la medida de lucha fue fuerte y exitosa en el Sur del país y en el Oriente. Fue intensa y masiva en el Centro, mientras que en el Norte fue agraria y sindical y en Lima fue fundamentalmente sindical. No es casual. Si uno observa la última encuesta de Ipsos Apoyo Opinión y Mercado, puede ver que la aprobación de la gestión presidencial se encuentra en 7% y 11% en el Sur y el Oriente respectivamente, llegando a 30% a nivel nacional, gracias a la opinión limeña, porque la caída alcanza también, aunque en menor medida, al Norte. Por lo demás, la campaña del gobierno contra el paro, incluido el infame spot de Montesinos, contribuyó al malestar general, además de evidenciar los temores oficiales. A pesar del éxito relativo de la medida de lucha, nadie acumula a partir de sus resultados. La imagen de la CGTP resulta fortalecida (16% de los encuestados por la PUCP la perciben fortalecida) ante la “ausencia” de Humala en la medida de lucha. Las plataformas regionales y provinciales seguirán su curso. Sin embargo, aunque el paro sirvió para “marcar la cancha”, no alcanza para producir cambios importantes en la política en la que su influencia es percibida como nula (56% de los encuestados por la PUCP). El reconocimiento inicial de García de la legitimidad de la protesta, duró apenas unas horas. Superado su momento de temor, reaparecieron las amenazas y las descalificaciones; señal que percibe los límites de la protesta, a pesar que ésta, indudablemente seguirá creciendo. En consecuencia, habrá que esperar al discurso del 28 para evaluar el impacto del paro en el gobierno. desco Opina / 15 de julio 2008


Tipo de publicacion:
Desco Opina

Edicion:
0

Fecha de publicacion:
16/07/2008

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