El gobierno presidido por Alan García permitió que el principal partido de nuestra historia, el APRA, condujese por primera vez los destinos del país. Su éxito inicial en la gestión económica a partir de una política heterodoxa de reactivación sustentada en el crecimiento del consumo y el control del pago de la deuda externa, alimentó el caudillismo y el liderazgo del Presidente, que combinaba un discurso nacionalista y un conjunto de medidas audaces —reducción de las tasas de interés y de las tarifas de los servicios públicos, crédito especial para el agro, programas de generación de empleo temporal, regionalización— con una gran voluntad protagónica que atentaba contra cualquier posibilidad de cambio institucional.
El dinamismo que se observó en la economía durante los dos primeros años de su gestión coincidió con el incremento de las acciones del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL) y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), de manera que se fue configurando paulatinamente un escenario de guerra interna. Ganado por ella, a partir de la matanza de Accomarca (1986) quedaron en evidencia las limitaciones del poder civil para controlar a las Fuerzas Armadas. Al mismo tiempo, las presiones de distintos sectores organizados de la sociedad, especialmente de los sindicatos, pusieron al descubierto los límites de una política económica que benefició fundamentalmente a los grandes grupos empresariales en su intento inútil por construir una alianza con ellos.
La estatización de la banca en 1987 marcó el fracaso de las medidas económicas del gobierno. El país entró en una espiral en la que vivió, simultáneamente, el mayor proceso hiperinflacionario de su historia, los momentos de mayor y más dramática violencia política, y una movilización permanente de los sectores sociales organizados. Los sucesivos intentos gubernamentales por rectificar el rumbo a partir de distintos ajustes económicos fracasaron todos. El estado de emergencia como instrumento para controlar la movilización social coincidía con la multiplicación del terrorismo, que asesinaba con mayor frecuencia autoridades locales y funcionarios públicos.
En este escenario, turbulento y difícil, desco continuó impulsando propuestas de desarrollo vinculadas a los sectores más dinámicos del país. Así, en un contexto nacional en el que la actividad de las microempresas en tanto generadoras de empleo se hacía muy visible, alentamos un programa con dos proyectos dirigidos a este sector. Uno estuvo orientado a la capacitación y organización de trabajadores de microempresas de la rama metalmecánica de los distritos de La Victoria y San Luis (Lima); en tanto se trataba de un sector de reproducción ampliada, desarrollaban actividades de producción o servicios de bienes intermedios y de capital que apuntaban a reforzar y alentar el proceso de innovación tecnológica en esas unidades. El otro, dedicado a apoyar la gestión y la organización de los microempresarios del Cono Norte de Lima, trabajó con unidades de reproducción ampliada y simple, dedicadas a la producción de bienes de consumo, con el fin de consolidar y ampliar su mercado para provocar su constitución como sector demandante de tecnología nacional de libre apropiación.
Como parte de tal esfuerzo se realizaron un conjunto de estudios que buscaban dar cuenta de la realidad del sector informal. Distintas publicaciones sobre la materia —La informalidad: Lo popular y el cambio social, De marginales a informales y Talleristas y vendedores ambulantes en Lima Metropolitana— contribuyeron al análisis y a la comprensión de este sector.
El Programa Laboral, por su parte, se concentró en proporcionar instrumentos concretos a los sindicatos. Así, empezó a formar a sus dirigentes para la elaboración y ejecución de políticas sociales. Sus acciones fundamentales fueron de asesoría técnica y asistencia legal: brindó información indispensable para el trabajo sindical, ofreció elementos básicos para la reflexión sobre sus principales problemas y colaboró con la búsqueda de alternativas viables. Teniendo como referente básico a la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), el programa empezó a editar mensualmente el boletín Coyuntura Laboral, que en sus 107 números publicados entre 1986 y 1996 informó sobre los aspectos legales y económicos del sector laboral, incluyendo un seguimiento de las principales variables de la economía peruana. Este esfuerzo se complementó con distintas investigaciones, como Identidad clasista en el sindicalismo, que buscaron problematizar la dinámica sindical en curso.
En ese mismo contexto de crisis, el Programa Urbano mantuvo la intervención en San Juan de Lurigancho y estableció un nuevo proyecto en Villa El Salvador, con el fin de fortalecer y consolidar su desarrollo urbano y organizativo.
Trabajando con la recién electa gestión municipal del distrito, mediante la planificación participativa de la población organizada, se elaboró el diagnóstico de sus principales problemas y se impulsó con distintos actores el Plan Integral de Desarrollo. La intervención de desco combinó la asesoría técnica con el apoyo al desarrollo de capacidades locales y la formación de nuevos liderazgos, para lo que se trabajó con los equipos municipales y las dirigencias vecinales en distintos aspectos de habilitación urbana, participación popular, comercialización y alimentación.
A partir de la experiencia en ambos proyectos, mantuvimos una vinculación en calidad de asesoría con otros municipios y organizaciones vecinales limeñas, que estuvo acompañada por distintos estudios que dieron origen a diversas publicaciones sobre esta problemática: Terratenientes urbanos y organizaciones de pobladores: Campoy y San Juan de Lurigancho, Manual del regidor, Villa El Salvador y su proyecto popular de desarrollo integral: Propuestas para el debate, Mapa social: Villa El Salvador y su proyecto popular de desarrollo, Democracia local: Reflexiones y experiencias, entre otras.
En el campo, a la intervención del Programa Rural Costa, que continuó con sus acciones en Chincha (Ica), se sumó el Programa Rural Sierra, que inició sus actividades en Caylloma (Arequipa). El primero concentró sus esfuerzos en mejorar el acceso y el uso y distribución del agua entre los productores, revitalizando sus organizaciones e impulsando la producción y productividad con un programa de asistencia técnica que buscaba mejorar el paquete tecnológico. De manera complementaria, el programa empezó a promover el acceso al crédito de los pequeños productores.
El Programa Rural Sierra, por su parte, centró su trabajo en el uso y manejo adecuado de los recursos productivos de la zona, la tenencia de la tierra, la comercialización de la fibra de alpaca, el intercambio y la articulación microrregional y regional. En el valle del Colca, que comprende dos zonas ecológicas bien diferenciadas —una de valle, fundamentalmente agrícola, y otra de puna, exclusivamente ganadera (llamas, alpacas y ovinos)—, la institución apoyó el fortalecimiento de la Asociación de Criadores de Alpacas (Adecalc), impulsó un centro de desarrollo alpaquero e implementó el Centro de Capacitación e Investigación Campesina, dedicado a la asesoría en las labores agrícolas.
Con el soporte de ambos programas rurales, desco realizó en este periodo un conjunto de estudios e investigaciones que dieron lugar a distintas publicaciones: Los hilos de la modernización: Empresarios agrarios en Chincha; Colonialismo y pobreza campesina: Caylloma y el valle del Colca, siglos XVI–XX; Del Tata Mallku a la Mama Pacha; La presencia del cambio: Campesinado y desarrollo rural, entre otras.
La violencia política que caracterizó significativamente este periodo fue objeto de un tratamiento sistemático de la institución. Quehacer resultó el vehículo priorizado para tal fin, y nuestro Banco de Datos se especializaba en su registro y alimentaba diversos estudios que fueron posteriormente difundidos como libros: Violencia y pacificación, Violencia política, entre otros.
Además, como parte de nuestra preocupación por el momento que vivía el país, buscamos distintas claves de interpretación y estudiamos en este periodo tanto la dinámica de los movimientos sociales cuanto las características del pensamiento político nacional. Alrededor de ambos temas promovimos distintos seminarios académicos y diversos estudios que dieron lugar a varias publicaciones: Movimientos sociales y crisis: El caso peruano, Movimientos sociales y democracia: La fundación de un nuevo orden, Movimientos sociales: Elementos para una relectura, Estado y sociedad: Relaciones peligrosas, Pensamiento político peruano, Lo popular en América Latina: ¿Una visión en crisis?, entre otros textos.
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