El periodo 1980-1985 estuvo marcado por el retorno a la democracia representativa. Las elecciones de 1980 llevaron al gobierno al arquitecto Fernando Belaunde Terry, el candidato de Acción Popular. Era el resultado paradójico del agotamiento del gobierno militar, pero también de las luchas populares por una apertura democrática. Se abrieron nuevamente los canales de expresión y se produjeron elecciones municipales; por primera vez, representantes de izquierda de diversos lugares del país llegaron al Municipio como parte del intento de construir una representación política estable en una sociedad fragmentada. Nació Izquierda Unida, que ganó varios municipios populares y posteriormente, en las elecciones de 1983, el de Lima Metropolitana.
desco incorporó el espacio local en su reflexión y en su acción, como resultado de lo cual publicó Municipalidad y gobierno local; Lima: Una metrópoli/7 debates, y Manual del poblador: Titulación, electrificación, agua y desagüe. El programa de El Agustino fue finalmente transferido a la Parroquia. Además, la institución inició un programa de promoción vecinal en Canto Grande (1980), orientado a fortalecer las organizaciones vecinales de Huáscar y Bayóvar mediante la asistencia técnica (agua y gestión de la basura), la asesoría legal y la educación popular. Al mismo tiempo, se creó el programa de salud popular en San Juan de Lurigancho, que trabajó en las líneas de la atención médico-psicológica, la educación para la salud y el fortalecimiento de las organizaciones vecinales. Ambas intervenciones fueron complementadas con un pequeño programa de prensa barrial que publicaba y difundía un periódico elaborado por dirigentes barriales de nueve distritos de Lima. Vecino, tal su nombre, se independizó luego de la institución y cumplió un rol de comunicación muy significativo durante parte de la década de 1980.
Los programas de promoción rural en comunidades campesinas, tanto en Huancavelica cuanto en la sierra de Lima, consolidaron sus líneas de almacenes y tiendas comunales, que buscaban asegurar el sistema de abastecimiento de productos de primera necesidad, abaratando al mismo tiempo sus costos. En la intervención en Áncash (Bolognesi), además de continuar con el trabajo de mejoramiento de la infraestructura de riego, se impulsaron distintos proyectos energéticos no convencionales, destinados a desarrollar tecnología acorde con las posibilidades y necesidades de la población: digestores anaeróbicos, termas solares, deshidratadoras solares de fruta y cocinas de leña.
A partir de 1981, como resultado de una política gubernamental adversa a la reforma agraria, se desencadenó un severo proceso de parcelación en las cooperativas agrarias, que tuvo efectos importantes sobre la producción, los niveles de capitalización de las unidades agrícolas y las relaciones de poder en el sector agrario. El reto para el campesinado consistía en identificar las mejores opciones para que la reestructuración que se vivía no agravase aun más su ya crítica situación económica y social. En ese contexto, en 1984 se creó el Programa Rural de Costa Valle de Chincha, cuya intervención abarcaba a los distintos sectores rurales de población afectados: cooperativistas, parceleros y minifundistas. Esta intervención institucional buscaba generar una propuesta integral y coherente para el desarrollo de la microrregión por medio de la asociación efectiva de los productores con el fin de mejorar la situación de cada uno de los diferentes grupos mediante la cooperación.
En este periodo, el trabajo de investigación rural de desco apuntó a colaborar a hacer un balance del proceso de reforma agraria y de los cambios que empezaban a producirse aceleradamente como consecuencia de las limitaciones de la reforma. Distintos trabajos —Formas de dominio, economía y comunidades campesinas, Las tomas de tierras en el Perú y Situación actual y perspectivas del problema agrario en el Perú— buscaron contribuir a un debate que empezaba a darse en el país. Para apoyar a los programas urbanos y rurales de desco se instaló un equipo de capacitación que desarrolló una Biblioteca Popular. Esta elaboró y difundió cerca de una veintena de textos dirigidos a la formación de líderes de las principales organizaciones sociales del campo y la ciudad. Entre los diversos materiales producidos destacaron ¿Elecciones otra vez?: ¿Por qué y para qué?, Sindicalización de los trabajadores estatales y Movimiento barrial: Organización y unidad (1978-1981).
La democracia alentó y permitió un juego político más abierto en el que la izquierda empezaba a emerger como un nuevo actor en el escenario electoral y social, un actor que al principio denunciaba un sistema político del que desconfiaba. En ese marco, algunos de los distintos estudios políticos que realizamos apuntaban a ventilar la difícil relación entre izquierda y democracia. Textos como Perú: Constitución y sociedad política, La agonía de Mariátegui: La polémica con el Komintern e Izquierda y democracia en el Perú 1975-1980, se inscribían en esta perspectiva. De manera simultánea, el análisis constante del devenir político y de la dinámica electoral que se instalaba en nuestra sociedad dieron origen a un proceso permanente de reflexión que fue difundido a través de nuestras siguientes publicaciones: La política económica y la democracia en debate: Respuesta a Ulloa, A un año del segundo belaundismo: Un perfil político del proceso político peruano, Elecciones municipales: Cifras y escenario político y El nuevo rostro electoral: Las municipales de 1983, constituyen ejemplos de nuestra producción durante aquellos años.
El retorno a la democracia y el triunfo del belaundismo supuso, entre otras cosas, el cuestionamiento al modelo de desarrollo y modernización capitalista impulsado desde el Estado por los militares. La política económica empezó a convertirse en el eje central de la discusión y el debate nacional. Durante esos años, y para hacer frente a esa realidad, desde desco impulsamos un trabajo sostenido de análisis y propuesta sobre algunos de los principales sectores de nuestro aparato productivo, como un intento por vincular las estrategias de desarrollo con las necesidades de la población. Así, analizamos y difundimos propuestas sobre los complejos sectoriales del trigo y avícola, la producción algodonera y la industria textil, la minería del cobre, los recursos energéticos y el sector del cuero.
Nuestra aproximación, que combinaba una mirada general —Estado, estrategia de desarrollo y necesidades básicas del Perú— con un acucioso análisis de los actores productivos y sus comportamientos —La década frustrada: Los industriales y el poder, Los industriales, el liberalismo y la democracia y La burguesía peruana: Los primeros industriales— tuvo como telón de fondo el creciente y acelerado proceso de transnacionalización que ya vivía desde esos años la economía peruana, y que se expresa en libros como Empresas transnacionales, Estado y burguesía local y Agroindustria y transnacionales en el Perú.
Las políticas del belaundismo, no tenían capacidad para atender la pauperización de las mayorías, pues obedecían a decisiones económicas que no correspondían a las necesidades objetivas de las mayorías. Este comportamiento del Estado empezó a corroer el tejido social: desarticuló los niveles de organización popular alcanzados y contribuyó a generar un ambiente particular de frustración en el que surgieron respuestas desesperadas: el fanatismo senderista que se expresaba a través del terrorismo. Nuestra tarea, en tanto ONG, consistió entonces en enfrentar la desarticulación social organizando sectorial, regional o localmente a los obreros, campesinos y habitantes de los barrios populares; es decir, al conjunto de sectores que integraban lo que entonces se llamaba ‘movimiento popular’. Nuestros programas rurales, y particularmente el de Huancavelica, que más tarde nos vimos obligados a cerrar, empezaron a ser incesantemente acosados por los contendientes de la guerra desatada en 1980.
Ello no obstante, continuamos en nuestro esfuerzo por mantener la vinculación directa con organizaciones de base, en el campo y la ciudad, para profundizar en el conocimiento de la realidad y aportar soluciones y alternativas, en un afán sistemático de apoyo a las organizaciones populares que intentaban desarrollar su presencia en la sociedad y plantear respuestas en el nivel microrregional o sectorial.
Con el triunfo de Izquierda Unida en Lima en las elecciones municipales de 1983, nuestra institución se comprometió más firmemente con la gestión municipal. Así, desco colaboró muy de cerca con distintos programas ediles, en particular con los recién formados comités del Vaso de Leche y con las organizaciones de mujeres de comedores populares.
Junto a este trabajo se diseñaron también propuestas económicas para lograr el desarrollo rural, para lo cual se promovieron eventos y debates en el esfuerzo por comprender mejor la sociedad peruana, encuentros en los que se discutieron distintas estrategias alternativas de desarrollo y transformación social.
A lo largo de esta etapa se consolidaron tres instrumentos institucionales: Quehacer, la publicación bimestral de desco, se afirmó como un espacio regular de intercambio de ideas y análisis; el Resumen Semanal, síntesis y análisis de las principales noticias de la semana, se convirtió en un instrumento indispensable para investigadores y políticos; mientras el Banco de Datos de la institución, que alimentó desde el inicio ambas publicaciones, fue abierto al público.
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